Voy a comprar un bote de tinta negra y un pincel suave, suave, de esos que usan los chinos para escribir.
Luego iré a tu casa, te desnudaré y escribiré miles de versos de amor sobre tu piel con mi pincel suave, suave, de esos que usan los chinos para escribir.
Empaparé bien sus filamentos en la tinta y estos se volverán negros como ella y después los pasearé para que se estremezca toda la geografía de tu cuerpo, al paso de mi pincel suave, suave, de esos que usan los chinos para escribir.
Recitaré en voz alta los miles de poemas que aún no te he escrito y que quedarán impresos en ti gracias a mi pincel suave, suave, de esos que usan los chinos para escribir.
Cuando no quede espacio donde seguir escribiendo, serás tú quien marque mi piel con mi pincel suave, suave, de esos que usan los chinos para escribir.
Vértigo, mucho vértigo. Sed de palabras, de tinta. Pero sobre todo vértigo.
Y yo que vivía en el engaño de pensar que eran las chinas las que usaban el pincel éste (como en Sex and Zen Vol II)… y no precisamente para escribir…
Entiendo que la gachí está asaz delgada, porque si con un bote de tinta ya se acaba el espacio y tiene que ponerse con tus biceps u otros territorios…